viernes, 31 de enero de 2014

Cooperativismo o Mercantilismo

La historia de la garrafa y el rol social de Coopetel

Históricamente la venta de gas envasado en envases de 10kg ha sido un muy buen negocio para Coopetel. En este sentido, si observamos que la gran mayoría de usuarios de garrafas no son asociados de la cooperativa, y que casi la totalidad de estos usuarios pertenecen a los sectores populares de El Bolsón y la Comarca Andina, la síntesis inmediata nos da como resultado que a través de la venta de garrafas, durante tantísimos años, se ha registrado una constante y fluida transferencia de recursos desde los sectores bajos, a los sectores medios y altos de nuestra localidad. Concretamente, mientras la venta de garrafas fue un excelente negocio que dejaba grandes dividendos, la cooperativa local se capitalizó y creció con los aporte de los sectores populares de la región.
Ahora bien, cuando el Gobierno Nacional decidió que el gas envasado dejara de ser un producto pasible de ser comercializado a un precio desregulado para convertirse en un Servicio Público básico para la población, permitió que las distribuidoras  pudieran acceder a cupos de gas subsidiado para la implementación del programa  “Garrafa para Todos”. El objetivo fue mantener la rentabilidad para las empresas del sector  y permitir que el gas llegara a un precio accesible a los usuarios. Hoy esta ecuación no ha variado, ya que con los aportes en efectivo y los cupos de gas subsidiado, sumado al valor que los usuarios pagan por la garrafa, el costo del gas se encuentra cubierto para cada una de las empresas. ¿Qué pasa entonces en el ámbito local?, la realidad es que a Coopetel no le cierran los números de la garrafa, no por una deficiencia en programa “Garrafa para Todos”, sino por una decisión propia de la cooperativa que implementó, hace ya varios años, su propio sistema de reparto. De esta manera, algo que no debió porque considerarse a priori algo negativo,  por múltiples razones derivo en mayores costos de logística desequilibrando la ecuación que terminó por convertir el “excelente negocio” en un “servicio deficitario”.
Durante la gestión del anterior Consejo de Administración gradualmente se fueron implementando distintas medidas tendientes a corregir la situación. La gestión para la constante ampliación de cupos de gas subsidiado en boca de pozo, la optimización de las rutas de reparto equilibrando el abastecimiento en los barrios que más dependen de este servicio, la firma de convenios con comerciantes que se comprometieron a mantener la garrafa al público a $ 16 conformando la “Red de Comercios Solidarios” y la implementación del programa “la garrafa a $16 más cerca de tu casa” articulando con el Gobierno Municipal, fueron algunas de estas acciones llevadas adelante con la premisa de reivindicar el rol social de la cooperativa, y el compromiso asumido para garantizar la llegada de la garrafa a los usuarios al Precio Justo. Síntoma de que las medidas fueron manifestándose como positivas fue el hecho de que durante el pasado invierno en un mercado equilibrado y bien abastecido al precio correspondiente, se registraron muy pocos o casi nulos reclamos; siendo que la gradual mejoría en el recupero por el servicio que la cooperativa presta se mostró como importante y significativa en el marco de una situación general positiva, del área gas mediante los acuerdos firmados en línea sur y el balance anual positivo aprobado por la Asamblea. De esta manera quedó evidenciado que es posible gestionar una empresa de manera eficiente, valorando el rol social del sector cooperativo y asumiendo el carácter inclusivo que le corresponde a una institución de la economía solidaria.
A contramano de estos principios, y en una actitud meramente mercantilista, las actuales autoridades de Coopetel han decidido trasladar los costos del déficit operativo directamente a los usuarios. Aun cuando cada garrafa que sale de la planta de la cooperativa lleva un precinto que indica el valor de venta al público, estipulado en $16, hoy lamentablemente Coopetel no asume su rol y genera un mercado liberado en los comercios donde se registran ventas de hasta $35, y el consiguiente lucro excesivo en detrimento directo de quienes deberían ser, en definitiva, los beneficiados.
Verdaderos Dirigentes Cooperativistas, sin olvidarse del equilibrio de los costos del servicio, accionarían para que la población acceda a la garrafa al precio justo articulando acciones para optimizar los recursos, disminuir el déficit hasta hacerlo desaparecer; coordinando con otras instituciones la búsqueda de las soluciones posibles y poniendo en valor el rol social de la cooperativa. Frente a estas opciones, que implican trabajo y gestión, las actuales autoridades de Coopetel han optado por resolverlo de la manera fácil. En tres meses de gestión ya aumentaron  la factura telefónica, la tarifa de internet; y ahora la garrafa.
En el mejor de los acasos este invierno no faltará gas, aunque es seguro que quienes puedan pagarlo lo tendrán, y quienes no lo puedan pagar tendrá que esperar. Quienes más necesitan de este servicio, aun cuando durante muchos años han contribuido a la posibilidad de que otros puedan tener teléfono e internet, comprando garrafa tras garrafa, sin poder acceder a la categoría de asociado e influir en la vida política de Coopetel,  hoy se ven nuevamente postergados por la ausencia de una verdadera vocación cooperativista de las actuales autoridades, que provenientes del sector comercial utilizan esa misma lógica para los razonamientos  de una instancia más compleja y comprometida como lo es una institución de la economía social y solidaria.
Asimismo, el análisis no puede detenerse  ahí, y es preciso hacerlo extensivo los sectores empresariales de nuestra comunidad. Los valores de solidaridad, inclusión y justicia social se están viendo opacados por el mercantilismo y la rentabilidad como única finalidad, y esto indefectiblemente significa un retroceso, ya que el achicamiento de la posibilidad de acceso masivo al usufructo de los bienes de servicio implican la vuelta a una sociedad que tiende a profundizar las brechas de desigualdad y la capacidad de igualación en las oportunidades; destruyendo el tejido social,  generando clases subordinadas  y profundizando la segregación.

Es preciso asumir una actitud más abarcativa de lo que significa la construcción de una sociedad más justa e igualitaria. Es preciso que desde los sectores más acomodados de la comunidad se asuma el espacio solidario necesario para el armónico desarrollo de nuestra localidad. Es preciso que dejemos de instalarnos en los lugares como los que hoy asume Coopetel. Es imprescindible dejar de mirarse para adentro.